El más universal de los escritores canarios del neoclasicismo es Tomás de Iriarte. Nace en el Puerto de la Cruz el 18 de septiembre de 1750 y estudia hasta los catorce años en La Orotava, al cuidado de su hermano el dominico fray Juan de Tomás. A los doce años traducía a Cicerón, a Virgilio y a Ovidio. En 1764 se trasladó a Madrid para continuar sus estudios.
Fue un intelectual típico de la época, y se dedicó a la política al tiempo que trabajaba con las artes: música, pintura y otras actividades. Fue nombrado traductor de la Secretaría de Estado y lo hizo sobre todo de escritores franceses, destacando Voltaire, Moliëre y Horacio. Como literato, su estilo se centra sobre todo en las Fábulas literarias, que muchos críticos consideran de mayor calidad poética que las de Samaniego, en las que -a la vez- se realizan alusiones o sátiras a literatos de su época. También se conocen algunas obras teatrales propias del Ilustrismo, destacando “El señorito mimado”, “La señorita malcriada” y “El don de gentes”
Murió en Madrid, a la edad de 40 años, el 17 de septiembre de 1791.